lunes, 16 de febrero de 2015

Una tarde para despertar

Los ojos tiernos de ella aparecieron en la tenue luz de la habitación en aquella tarde de una larga espera que al final valió mil veces la pena; sin saber, sin pensar y sin imaginar su presencia llenó aquel momento de satisfacción, aquella que había estado ausente por muchos meses de incertidumbre y quizás intolerancia.

No hace mucho que el caminante la conoce, pero aquel momento tal vez valga muchas veladas de conversación que llevan un significativo título llamado vida, donde las experiencias hablan del amor propio como premisa al amor por el prójimo, mientras en el interior del caminante queda aún un sentimiento guardado por un ser que no valoró su amor.

La luz tenue del atardecer se filtra por la ventana, mientras la conversación fluye, un abrazo inicial relaja y consuela los cuerpos hasta llenarlos de energía, mientras la timidez aún persiste entre ambos seres, pero no por mucho tiempo, pues el destino había predicho el desenlace de una breve tarde pero significativa, en la cual las manos de ella se deslizaron suavemente por el cuerpo de él hasta tocar lo más profundo de su ser al sonido de la música más relajante que puede existir.

En complicidad del destino y conspiración del universo, dos seres se fusionaron perfectamente en un atardecer para despertar la vida, motivar el alma, ejercitar el corazón y dejar la satisfacción en una sonrisa que motiva a arriesgar; sin saber si estos dos seres se volverán a ver algún día, simplemente tatuaron en sus mentes el maravilloso momento lleno de sinceridad y coherencia que es agradecido universalmente.

Es dramático pero es un mundo de hipocresía donde se comparten mil pensamientos de vida que nadie práctica, porque la incoherencia entre lo que se dice y se hace es tan fuerte que domina la mente y el corazón, porque es tan fácil dejarse llevar por las palabras bellas hipócritas que endulzan momentos insignificantes y muchas veces se rechaza la verdad por la dureza de su contenido.

Como testimonio, en la memoria de escritos pasados se recuerdan una frase con una verdad significativa: "me interesa más ser un utópico, pecador y preocupado por un mundo mejor que sólo ser alguien que se desgarra las vestiduras por nada", una frase con una verdad que sólo personas coherentes, como ella y el caminante en un tarde de despertar, comprenderán, interiorizarán, compartirán e intentarán hacer un mundo diferente, el cual quizás sea visible a nuestros ojos algún día...

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