martes, 17 de octubre de 2017

La foto en el libro

Muchas veces hemos escuchado con frecuencia que los tiempos han cambiado, que ya no le damos valor a aquellas cosas que realmente valen la pena y que vivimos sin hacer que nuestras vidas sean extraordinarias. En honor a la verdad, sólo había pensado en estos detalles en aquellos momentos de reflexión producto de vivencias intensas en mi vida, hasta que conocí una historia cuyo desenlace me cautivó desde el principio hasta el final.

Ciudad de Lima - Perú, setiembre del 2015. Una tarde de primavera, mientras miraba el atardecer en el mar, observé a un hombre mayor sentado en el muro del malecón hasta que sacó un reloj antiguo de bolsillo y me preguntó la hora, seguramente para asegurarse que tenía el tiempo correcto; me llamó la atención el reloj, le pregunté por este, me dijo que fue un regalo de su padre cuando era niño, comenzamos a conversar y así conocí a Alexandre; él era de origen alemán, ya que nació en Berlín en 1927, tenía casi 90 años y siempre andaba alegre. Este personaje me contaría una de las historias de vida más extraordinarias que he escuchado en una de tantas tardes de charlas interesantes y divertidas tomando té en el balcón de su casa, frente al malecón de Barranco.

Ciudad de Berlín - Alemania, día 1 de enero de 1945. El invierno era muy frío y las fiestas de año nuevo posiblemente fueron las más tristes que vivió la ciudad hasta ese tiempo. Alexandre tenía tan sólo 17 años y su familia no había logrado huir de la ciudad a pesar de la oposición al régimen alemán de ese entonces, había escasez de alimentos y los aliados se estaban acercando cada vez más a la ciudad. Aquella noche en su cama y con la ayuda de la luz de una vela, Alexandre leyó algunas páginas de un libro de su autor favorito, “Cinco semanas en globo” del escritor Julio Verne, el libro era un regalo de su padre, un alemán de ascendencia judía, que había sido detenido por el ejército alemán hacía 3 meses y hasta ese momento no había retornado a casa. Alexandre se quedó profundamente dormido y en sus sueños apareció una hermosa joven que le sonreía en un campo rodeado de flores de muchos colores, donde el sol resplandecía agradablemente sobre sus rostros; hasta que un ruido muy fuerte lo despertó y al abrir los ojos observó un leve haz de luz que se filtraba entre las cortinas de la ventana; esto lo impulsó a levantarse sin hacer mucho ruido, lavó su rostro, frotó intensamente sus dientes y peino minuciosamente su cabello; luego se vistió colocándose un abrigo azul oscuro y salió muy temprano como lo hacía cada mañana, a las 8:00 de la mañana, a conseguir un trozo de pan en aquella tienda que aún seguía abierta a pesar de la crisis por la guerra.

Después de esperar su turno para que lo atendieran, Alexandre salió de la tienda intentando cubrirse del frío, pues la temperatura llegaba casi a los cero grados centígrados; y al levantar la mirada, allí estaba ella, como cada mañana, sentada justo al borde de la acera, abrigada a tal punto que casi no era posible apreciar su rostro mientras leía un libro con mucho interés; pero un detalle sobre ella llamó la atención de Alexandre, pues la portada del libro era de “La impresionante aventura de la misión Barsac” del mismo Julio Verne; fue entonces cuando él decidió sentarse en la acera que estaba frente a ella para intentar llamar su atención al mirarla, pero no lo logró; hasta que una idea llegó a su mente, luego se paró y corrió tan rápido como pudo por cuatro calles hasta llegar a su casa, donde vivía con su madre y su pequeño hermano menor, cogió su libro favorito y regresó rápidamente a ver a la misteriosa lectora; pero al llegar, ella ya no estaba allí, se había ido. La mañana siguiente, ella tampoco estuvo, ni los siguientes días; aun así Alexandre siempre llevaba el libro en un bolso de tela cuando iba a la tienda, pero él no podía creer la mala suerte que tenía al no encontrarla.

Habían pasado catorce días desde última vez que la vio, cuando Alexandre estaba saliendo de la tienda como siempre, él levantó levemente la mirada y ella estaba allí, sentada al borde de la misma acera, leyendo entretenidamente su libro; Alexandre no dudó ni un segundo y se sentó en la acera frente a ella, sacó el libro del bolso y comenzó a leerlo en voz media sin dejar de mirarla para llamar su atención hasta que lo logró, pues ella reconoció las palabras del escritor Julio Verne en la voz de aquel chico y levantó su mirada; entonces Alexandre pudo ver completamente por primera vez el rostro de la lectora reconociendo en ella a la mujer de aquel sueño hermoso que tuvo, ante lo cual quedó sorprendido pero fascinado a la vez. Aquella mañana, hubo miradas cómplices entre ambos, tal vez sin palabras pero sintiendo una conexión increíble; y aquellos encuentros se repitieron cada mañana durante los siguientes días.

Algunos días después, ella estaba sentaba en la acera, tan linda como siempre, sus cabellos castaños sobresalían ligeramente del gorro que cubría su cabeza, sus ojos azules le recordaban el cielo y aquellos labios delgados se movían sutilmente al ritmo de la lectura del libro de viajes y aventuras que leía. Alexandre no lo esperaba pero ella le habló ese día, preguntándole si ya había terminado de leer el libro que tenía, pues ella ya había terminado de leer el suyo; él le respondió tímidamente que recién comenzaba a leerlo, ella le sonrió y le propuso leer juntos aquel libro, lo cual él aceptó con mucha alegría; ella se paró, luego caminó y se sentó junto a él para evitar el intenso frío, le dijo que se llamaba Vianne y que tenía 17 años; mientras Alexandre le decía tímidamente su nombre, sintió que nunca antes su corazón había latido tan fuertemente como en ese momento. Eran dos extraños sonriéndose cada día mientras soñaban hacer realidad las aventuras del libro que leían; eran dos locos que paseaban en el mismo sentido cada tarde hasta perderse en las calles de la ciudad; eran dos seres mágicos que jugaban bajo el cielo y bailaban bajo la luna sin saber que sus almas se encontraron en el espacio y en el tiempo justo.

Ciudad de Berlín - Alemania, día 2 de febrero de 1945. Llegó el cumpleaños de Alexandre, cumplía 18 años; aquella mañana su madre y su hermano menor lo sorprendieron con una taza de chocolate caliente y un trozo de pan dulce en el desayuno, los 3 rieron un poco y oraron por el pronto regreso del padre de Alexandre. Un par de horas más tarde, posiblemente eran las 10:00 de la mañana, tocaron a la puerta de la casa donde vivían, era Vianne, quien sonriendo le preguntó a la madre de Alexandre por él; cuando este salió, ella lo abrazó y le pidió que la acompañara porque le tenía una sorpresa; entonces ambos montaron en sus bicicletas hasta la casa de ella que estaba a las afueras de la ciudad, era la primera vez que Alexandre iba a la casa de Vianne, quien era hija única de un matrimonio entre un médico alemán del ejército con el grado de capitán y una cantante italiana. Al llegar, él observó que el exterior de la casa estaba vigilada por un vehículo del ejército alemán y algunos solados, lo cual llamó su atención pero no mencionó ninguna palabra acerca de ello. Ambos entraron a la casa, esta era grande y sus ambientes tenían acabados finos con madera tallada; se dirigieron a la sala donde los padres de Vianne estaban bebiendo té, ella les presentó a Alexandre, con quien conversaron un poco y le hicieron algunas preguntas al joven sin mayor detalle. Luego, se dirigieron al jardín posterior de la casa donde uno de los empleados tenía una caja extraña que estaba apoyada en un soporte; Vianne le sonrió encantadoramente a Alexandre y le pidió que se sentará sin moverse sobre el tronco de un árbol; él le hizo caso, ella se acomodó detrás de él y lo abrazó de forma muy cariñosa pero fuerte a la vez como si no quisiera dejarlo ir jamás, y fue allí donde un destello de luz que salió de aquella caja deslumbró los ojos de Alexandre, ya que era la primera vez que le tomaban una foto.

A mediodía del mismo día, Alexandre retornaba a su casa con una mezcla de pensamientos, pues estaba alegre por la maravillosa mañana que pasó con Vianne, pero también le era difícil dejar de pensar en el acercamiento que tenía el padre de Vianne con el ejército alemán, del cual no era simpatizante. Ya por la tarde, Alexandre y Vianne se encontraron en el Parque Tiergarten, uno de los más lindos y principales parques de Berlín, caminaron un poco y se sentaron junto a un árbol, conversaron un poco y ella le dio un sobre de papel, donde estaba la foto que se habían tomado aquella mañana; el hermoso detalle fue el motivo perfecto para que sus ojos se encontraran de manera cómplice, sus corazones se aceleraran locamente y sus labios se juntaran por primera vez hasta que sus almas se fusionaron sin saber que sería para siempre. Según comentaba Alexandre, las semanas siguientes fueron las más felices de sus vidas, se entregaron por primera vez en la habitación de Vianne y se amaron de la forma más sublime que sintieron.

Ciudad de Berlín - Alemania, día 5 de abril de 1945. Los aliados se estaban acercando cada vez más a la ciudad y el ejército alemán continuaba reclutando salvajemente más gente, entre los cuales había niños y mujeres, sin dejar que nadie entre ni salga de la ciudad. La familia de Alexandre dejó su casa para esconderse en un refugio subterráneo junto con otras familias durante los ataques, pero él necesitaba saber si Vianne estaba bien y se dirigió montado en su bicicleta a la casa de la familia de ella, arriesgando su propia vida. Cuando llegó, observó mucho movimiento en la casa de Vianne, había muchos soldados alemanes, así que decidió ir por la parte posterior de la casa, trepó por el árbol que conocía, llegó hasta la ventana de la habitación de Vianne, por donde entró, y la esperó escondido debajo de la cama. Ella llegó después de algunos minutos y Alexandre, al salir de su escondite, notó la tristeza en el rostro de Vianne, quien se lanzó sobre el pecho de él a llorar; después de algunos minutos, Vianne se calmó un poco y le contó que ella y su madre estaban siendo trasladadas a otra ciudad para ponerlas a salvo mientras que su padre había decidido quedarse en Berlín. No tuvieron mucho tiempo para despedirse, Alexandre sacó el libro “Cinco semanas en globo” de su bolso y colocando la foto que les tomaron dentro del libro, se lo entregó a Vianne, luego la besó intensamente como nunca antes la había besado y llorando le prometió que la buscaría cuando todo terminé. Alexandre logró salir de la casa por la misma ruta por la cual había entrado mientras veía como el vehículo que llevaba a Vianne y a su madre se alejaba cada vez más.

Ciudad de Berlín - Alemania, día 16 de abril de 1945. Comenzó una gran ofensiva de los aliados sobre la ciudad que finalizó el día 2 de mayo de 1945, cuando los defensores alemanes se rindieron. Después de la batalla, Alexandre y su familia fueron rescatados del refugio en medio de una ciudad destruida totalmente. Luego de algunas semanas, recibieron una grata noticia, su padre que había estado en el Campo de Concentración de Sachsenhausen fue liberado por los aliados y logró reunirse nuevamente con su familia. Pero Alexandre necesitaba ver la casa donde había vivido la familia de Vianne, fue hasta allí y al llegar sólo observó escombros de aquella gran casa que en ese momento estaba ocupada por los aliados, allí le contaron que el padre de Vianne había fallecido sobre un puente del Río Spree cuando trataba de huir.

Los meses iban transcurriendo mientras Alexandre intentaba encontrar a Vianne por todos los medios posibles, pero la situación socioeconómica y geopolítica de Alemania era muy crítica, por lo cual la familia de él se trasladó a la Ciudad de Múnich (Alemania) ese mismo año; luego migró a París (Francia) a fines de 1946 y posteriormente se embarcó a Buenos Aires (Argentina) en 1950, donde finalmente la familia se estableció. Alexandre estudió allí y llegó a ser un reconocido arquitecto, luego se casó con una descendiente alemana en 1960; y en los siguientes años, nacieron sus 3 hijos (2 niños y 1 niña). En noviembre de 1989, su esposa falleció producto de un paro cardiaco; y en diciembre de 1997, fue desde Buenos Aires a pasar la Navidad con la familia de su hija menor, quien se había casado con periodista peruano y vivía en Lima (Perú). Si bien habían pasado muchos años, Alexandre nunca dejó de pensar en Vianne, lamentaba no haber podido cumplir la promesa que le hizo, se preguntaba si ella estaba bien y si había sido feliz; pero algo en el fondo de su ser le decía que ella estaba bien y cuando más pasaba el tiempo, él más pensaba en ella, algo que muchas veces le hacía cuestionar su cordura. Finalmente, Alexandre decidió quedarse indefinidamente en Perú para pasar tiempo con sus nietos.

Ciudad de Lima - Perú, día 15 de febrero del 2002. Se realizó una exposición de fotos de un reconocido fotógrafo peruano de ascendencia italiana en el Museo de Arte de Lima, al cual fue invitado Alexandre por un gran amigo suyo. Ambos asistieron al evento e iban observando minuciosamente cada una de las fotos presentadas; de pronto, Alexandre se quedó congelado, ensimismado sin reacción alguna, mientras su amigo le hablaba, pues justo frente a él estaba aquella foto que Vianne y él se tomaron en Berlín en 1945, pudo reaccionar y volver en si después de algunos minutos. Luego Alexandre indagó insistentemente por los datos del fotógrafo, solicitando hablar con él de la manera más urgente posible hasta que consiguió el número de teléfono de este, y lo llamó en ese instante solicitando una reunión para tomar un café, la cual se acordó para ese mismo día en dos horas, aproximadamente a las 7:00 de la noche, en un local conocido. Se reunieron, se saludaron amablemente, conversaron un poco menos de dos horas, Alexandre le contó aquella historia con Vianne, se le quebró la voz un poco y al final le preguntó cómo obtuvo aquella foto. El fotógrafo conmovido con aquella historia le contó que la foto original le pertenece a su abuela materna, quien tenía origen italiano y que la foto correspondía a unos amigos muy apreciados de la adolescencia de ella. Alexandre prácticamente suplicó entrevistarse con la abuela del fotógrafo, pues necesitaba saber cómo llegó la foto hasta allí y qué sucedió finalmente con Vianne. La reunión con la abuela del fotógrafo se programó para el domingo más próximo a las 10:00 de la mañana en una casa al este de la ciudad, donde vivía la familia del fotógrafo. Al despertar aquella mañana, Alexandre tenía un extraño presentimiento que por momentos lo congelaba a pesar del calor que hacía en la ciudad; pero no desistió y se preparó para la reunión; las piernas le temblaban mientras su hija lo llevaba en su auto; llegaron puntualmente a la reunión, el fotógrafo los atendió, los hizo pasar al amplio jardín del fondo de la casa y los invitó a sentarse sobre un mueble para sentir el agradable sol de aquel día. Pasó media hora y la ansiedad invadía a Alexandre; de pronto, apareció una mujer  de cabello hermoso entre castaño y blanco, de labios delgados, con un vestido rosado y llevaba un libro viejo en una de sus manos; no cruzaron palabras pero él tenía tantas preguntas por hacerle a aquella mujer; fue entonces cuando ella le preguntó si podía sentarse junto a él para terminar de leer el libro, era su viejo libro “Cinco semanas en globo” de Julio Verne, luego él reconoció instantáneamente los ojos azules que le recordaban el cielo de aquella chica que nunca olvidó. Alexandre y Vianne comenzaron a llorar de manera inconsolable y ya no pudieron esperar más, se abrazaron fuertemente después de 57 años.

Aquel día, se contaron sus historias de vida desde aquel momento que se despidieron en Berlín. Vianne le contó que ella y su madre, después que escaparon de Berlín, tuvieron que usar la nacionalidad de su madre y cambiar de nombres para poder cruzar la frontera rumbo a Italia en 1945, luego fueron a España en 1947, posteriormente se embarcaron en un interminable viaje desde Oporto (Portugal) hasta Barranquilla (Colombia) en 1949 y finalmente viajaron para establecerse en Lima (Perú) en 1953; año en el cual, ella se casó con un abogado peruano, con quien tuvo 2 hijos, pero se divorció en 1978 y al siguiente año falleció su madre. Las familias de ambos se quedaron sorprendidas con las historias que vivieron. Alexandre y Vianne se casaron el día 6 de abril del 2002 y vivieron los diez años más felices de sus vidas; viajaron por el mundo, explorando maravillosas tierras y viviendo aventuras extraordinarias, como aquella que vivieron cuando se perdieron en La India, o cuando recorrieron la extensa Muralla China; pero lo cierto es que nunca volvieron a Alemania, ni siquiera de visita, quizás porque querían olvidar lo que vivieron allí durante la guerra. Pero una mañana de noviembre del 2012, después del desayuno, Vianne dio un beso en los labios a su amado Alexandre, se acostó sobre un mueble de la sala de la casa porque se sentía muy cansada y se quedó dormida tranquilamente con una sonrisa en sus labios, ella no despertó más; su partida fue muy dura, pero aun así él siempre solía decir que ella estaba en algún lugar esperando que él la encuentre cuando todo termine. Y una tranquila tarde de octubre del 2017, Alexandre se quedó finalmente dormido en el mismo mueble donde descansó Vianne, y entre sus manos tenía el libro de aventuras que siempre leían juntos y dentro de este estaba la foto que ambos se tomaron en Berlín en 1945.

Tal vez fueron las historias escritas por Julio Verne, tal vez fue el destino, tal vez fue la conspiración del universo o seguramente fue la voluntad de Dios; pero después de muchos años, aquel libro y una foto serían los testigos y evidencia de un amor que nunca acabó a pesar del tiempo, la distancia y el destino... Creo que el amor cuando es real no acaba, pues Alexandre y Vianne siempre estuvieron presentes en las oraciones de ambos deseándose bienestar dondequiera que estaban, se buscaron y encontraron en un mundo que quedó pequeño para la fuerza de su amor… La foto en el libro es tan sólo la evidencia de una historia extraordinaria en honor a un amigo de charlas, Alexandre, y su amor por Vianne que seguramente trasciende más allá de este mundo físico...