jueves, 1 de octubre de 2020

Cambios y pausas

Esta tarde del primer día del antepenúltimo mes del año, en mi mente un pensamiento inquieto busca el mejor punto de partida para volver a escribir después de una larga abstinencia, la cual justificaré pertinentemente sólo como un periodo de amnesia. Mientras tanto, a través de la ventana (la misma de siempre donde esta locura comenzó hace varios años), se percibe un mundo que afronta un tiempo de cambios (una pandemia, muchas crisis y algo más), que nos ha paralizado, por el miedo y la incertidumbre. Y no es para menos, pues sin Borges, Cabral, Gabo, Quino y otros más…, me pregunto qué queda de la conciencia del mundo, de aquella que alguna vez tuvo o por lo menos intento tener.

Con todo sucediendo, los abuelos partieron, los padres ya no están, los hermanos se ausentaron, los amigos se alejaron, ya no está más el mejor amigo (aquel que siempre estaba), el amor se perdió en el camino…, bueno, el amor aún está pero en otra forma. Mientras seguimos aquí y así, es necesaria una pausa para asimilar los cambios, recordando a los que se fueron y reflexionando sobre nosotros mismos que seguimos aquí mientras el mundo gira y gira, aunque de un modo evidentemente diferente, sin naturalidad y sin importar si los Homo (no tan) sapiens seguimos aquí.

Las canciones ya no tienen la misma melodía y los libros ya no contienen el mensaje preciso que antes encontraba al abrirlos. Pero, en la evasión del café y la colaboración de una copa de vino, hago otra pausa y me pregunto curiosamente si sus besos (de aquellos momentos reservada y brevemente inolvidables) aún saben igual mientras cerraba aquellos ojos bellos que se escondían tras esos cabellos lindos y raros que dibujaban su silueta desnuda en la oscuridad, algo a lo que yo llamo felicidad. ¿Qué tanta certeza tiene aquella canción que dice que el amor es la peor de las guerras? Y seguramente, un buen viaje, de aquellos que no duran menos de treinta días y se lleva sólo una mochila, puede calmar la ansiedad por más pausas.

La vida es como es, la realidad es la sincera verdad a la que le falta un toque de esperanza, algo más de fe y mucho amor; pero es momento de una pausa más, es decir de un punto de partida para reinventar este incompresible (y, demasiadas veces, absurdo) mundo, que necesita menos apariencia superficial, más presencia de calidad y mucha experiencia de vida; y en cada uno (con nuestra imperfecta naturaleza) aprender el valor del respeto, la gratitud y el perdón. Cuanta verdad obsoleta e innecesaria haya en nuestra mente, es momento de eliminarla y volver a aprender y así darnos la oportunidad de crecer y evolucionar; de lo contrario, simplemente estaremos condenados a la extinción.

¡Es tiempo de poner pausas necesariamente vitales a los cambios vertiginosamente inevitables…!