viernes, 4 de mayo de 2018

Gracias y nada más

Entre fotos antiguas del escritorio, recordó quien era, de donde venía y a donde iba.
Entre imágenes en su mente, escuchó una melodía del camino que recorrió.
Entre viejos recuerdos, volvió a valorar lo que realmente era importante en su vida.
Entre su garganta y su boca, tenía aquel grito reprimido desde hace muchos años.
Dentro de su mente, aún estaban sus viejos amigos de aventuras de viajes.
Dentro de su pecho, aún tenía un corazón fuerte que latía apasionadamente.
Dentro de su cuerpo, aún había un espíritu que conservaba toda su esencia.
Dentro de sus ojos, aún tenía lágrimas que no habían salido hasta ese momento.
Finalmente, se agotó la esperanza, llegó la verdad y lo que ya no quería más.
Finalmente, tomó las decisiones que no había tomado hasta ahora.
Finalmente, añoró su amor propio, la felicidad, el amor ahora ausente y un espíritu fuerte.
Finalmente, cogió sus maletas, no le dijo “adiós” sino “gracias…”.
Y, a pesar de todo su amor, se alejó sin mirar atrás…

domingo, 22 de abril de 2018

El misterio de sus ojos


Terminar una tarde en un lugar nuevo sabiendo que la tierra sigue girando hasta que de pronto el universo se detuvo con el brillo de su ser, para luego comenzar a entender que no todo tiene una explicación ni una mínima pizca de razón cuando no sólo los astros se alinean sino también los destinos.

Intentar entender el significado de sus ojos cuando se fijaron sobre la mirada de alguien cuyo mundo comenzó a cambiar entre risas tímidas, abrazos y un corazón que se aceleraba con cada palabra expresada por su voz; mientras tanto un mundo allí afuera seguía su propio ritmo.

Sentir que toda la vida se quedó en un beso travieso entre juegos y una parte de cielo en la tierra que ojalá nunca hubiese acabado; mientras el tiempo y las circunstancias provocaban que sus cabellos rebeldes bailaran con la brisa del mar.

Pretender que la vida no cambió en la ausencia de un ser especial hasta que las ganas de reír y de bailar se ahogaron en lágrimas de algún lugar casi olvidado donde todos terminan, pero al final de todo entendemos que somos una ínfima parte de naturaleza imperfecta de todo este universo.

Recuperar las ganas de vivir entre mares y montañas, amaneceres y anocheceres, mientras cada elemento de la naturaleza proyectaba su ser y en la mente una pregunta nostálgica surgía, ¿qué fue de su vida?, en este loco mundo que no otorga ni una pequeña tregua para respirar.

Entender en su ser y en su ausencia que el amor no sólo está en la pasión, la belleza o la nostalgia; sino en la gratitud y en las oraciones de cada noche hasta comprender que amar a alguien no es dar solución a su vida sino darle la libertad para decidir cada día.

Sentir que el mayor premio es ser recordado por los que amamos e intentar dialogar con ellos cada noche entre sueños y recuerdos como si el tiempo no se hubiese cortado, mientras la luna sigue brillando allí afuera en el espacio, tan resplandeciente como siempre.

Comprender que las diferencias no nos separan sino que son oportunidades para evolucionar entre conversaciones sobre todo cuando hay amor y respeto, porque si bien las piedras son obstáculos, también sirven para construir.

Entender que el tiempo es breve, las oportunidades escasas y el mundo inesperado en épocas donde decir “te amo” es eterno pero nos convierte en una especie en extinción; porque absurdamente es más fácil hacer una guerra que sembrar amor para cosechar paz.

Recordar que el perdón es divino; la verdad, única; y el amor, una bendición; para poner toda mi esperanza y mi fe en Dios para simplemente entender que todo el universo se resume en el misterio de sus ojos de su hermoso ser…

jueves, 4 de enero de 2018

Sabiduría en el silencio

Cuando más profundizamos en los pensamientos y en los sentimientos, es más difícil salir de allí.

No vayas hasta el fondo del todo, sino hasta el punto donde puedes flotar aún, pero a la vez puedes ver hasta donde pudiste haber caído.

Ese punto es el inicio de la sabiduría que comienza con el reconocimiento, comprensión y aceptación de nuestra naturaleza imperfecta y vulnerable para convertirla en nuestra mejor expresión de vida, el "yo transcendental". Porque la sabiduría nace del silencio para generar tranquilidad y paz hasta convertirla en una extraordinaria fuerza interior.

Mientras que el conocimiento nace de un mensaje o un elemento externo (una frase, un consejo o una historia que leemos u oímos) que es recepcionado por nuestros sentidos pero que requiere de un proceso para ser interiorizado y luego aprendido, el cual tiene un efecto generalmente breve y muchas veces pasajero en la consciencia.

La sabiduría es intrínseca mientras que el conocimiento es extrínseco. Por lo tanto, la gran invasión de mensajes, consejos o historias en varios medios no generará un cambio significativo en la consciencia de las personas sino que provocará la saturación de la mente hasta un punto de cansancio y frustración.

Es momento de dejar de llenar tu mente de mensajes, simplemente ponla en silencio y llena tu espíritu de amor...

martes, 2 de enero de 2018

Amor adolescente en el recuerdo

Una vez fui aquel chico que te vio iluminada en mil colores hasta quedar tímidamente sin palabras mientras tu piel blanca conjugaba con tus ojos claros ligeramente cubiertos por tu cabello castaño y tu silueta quedaron grabados en su mente aún platónica.

Alguna vez fui ese tierno muchacho que te esperaba en la esquina de tu casa para propiciar un encuentro casual bajo la lluvia de verano o el frío de invierno.

Cuantas veces adoré las caminatas contigo  por las calles acompañándote a tu casa mientras compartiamos los audífonos para escuchar la música que nos encantaba en un antiguo reproductor de casetes hasta decirte que me impresionabas por ser como eras.

Tantas veces fui aquel incondicional amigo que escuchaba tus historias de desamor mientras mi hombro te apoyaba y mi camiseta secaba tus lágrimas.

Incontables fueron los momentos que sin razón alguna bailabamos en las calles de nuestra historia creada y nos tirabamos sobre el techo a ver las estrellas en las noches de verano sin que algo importará y que el tiempo pasara.

Infinitas veces fui el escritor de las notas con tu nombre que dejaba bajo la puerta de tu habitación hasta que descubriste que estabas enamorada de mí y me robaste un beso en la calle sin importar quien nos viera.

Muchas e inolvidables fueron las tardes de besos escondidos y miradas traviesas bajo la escalera de tu casa hasta desgastar nuestros labios.

Como olvidar nuestros paseos a la playa para mirar tranquilamente las olas del mar desde el muelle o para desnudarte con la mirada cuando salías del mar.

Yo solía ser aquel loco y romántico empedernido de aquellos que se colaban por tu ventana en noches de tiempos lejanos de hormonas agridulces y neuronas locas para robarte un beso.

Hoy han pasado ya más de 20 años desde que fuimos dos extraños y aunque nuestros caminos son diferentes, llevo en mi memoria con nostalgia y ternura nuestros tiempos de amor adolescente en el recuerdo...