miércoles, 14 de enero de 2015

El valor de la vida de un niño

Lima, 14 de enero del 2015

En un mundo en crisis, de guerras y conflictos absurdos, en el cual muchas vidas finalizan sin sentido, donde la gente se ahoga en un vaso de agua, se complica con sus complejos y se deja vencer por sus miedos; pequeños seres luchan incansablemente por un instante más de una vida que no es la mejor ni la esperada, pero increíblemente disfrutan de los pequeños momentos de alegría por más breve que esta sea.

El número de niños cuyas vidas se apagan cada año es alarmante, después de una dura lucha por la vida, sin diferenciar la raza, el sexo ni la religión, pues simplemente luchan con su inocencia, su alegría, sus ganas de vivir y sus sonrisas sencillas y contagiantes. La vida es una bendición y más para aquellos que la valoran, luchan por ella y la disfrutan a pesar de todo.

A todos ellos que perdieron la lucha y los que aún siguen luchando, les expreso mi admiración y respeto, especialmente a mi pequeño amigo risueño que conocí hace 3 años y que esta semana perdió la batalla después de 5 años de admirable fortaleza y constancia. Y hoy cumplo la promesa que le hice de escribir algo sobre él, tardé un poco pero lo hice finalmente, aunque me queda un sinsabor en el pecho de no haber escrito, aquel cuento que le conté en el cual él era un principito, a veces quisiera saber porque no lo hice antes.

¡Despierten adultos...! Antes de que lo poco que queda del mundo ya no esté, dejen de perder la oportunidad de simplemente sonreír hoy, permitan que sus sueños se hagan realidad, respiren lo que la naturaleza les ofrece, bailen a la orilla del mar o bajo la luna, miren las estrellas desde el techo, viajen por el mundo, naden en todos los mares, roben besos de seres encantados y encantadores, hagan una locura al año que no hace daño, den gracias por todo y simplemente vivan lo que tienen que vivir hoy...