
En momentos como los atardeceres, se cruzaron vidas y se tejieron historias que fueron contadas y recordadas en el tiempo pero muchas fueron olvidadas por la incomprensión del valor que implica vivir cada momento sin ser necesariamente el último.
Y es difícil comprender que seres dichosos son condenados a ser olvidados entre el cielo, el mar y el sol por el sólo hecho de intentar sentir una efímera esencia de felicidad ofrecida, prometida pero no cumplida, mientras en una vida tangente el arrepentimiento y dos palabras son motivo suficiente para un intento más que condena a ponerle fin a una historia de vida paralela.
Y la historia se quedó sin motivos para seguir escribiéndola pero con muchas argumentos para sustentarla, pues es difícil actuar con la razón cuando el origen de todo está en el corazón, y aún así es poco comprensible optar por la resignación porque es difícil dejar ir aquello que se quiere...
No hay comentarios:
Publicar un comentario