lunes, 17 de febrero de 2014

Un atardecer en Barranco

En atardeceres inesperados, el sol bajaba lentamente para dormir en el mar mientras la luna esperaba serenamente su turno para entrar en un cielo misterioso; mientras surge una pregunta que contradice la lógica de la naturaleza, pues es ciertamente imposible que el sol y la luna brillen en un mismo cielo, salvo en mitologías fabulosas; y fue así como el cielo de un Barranco en verano ya no fue más el mismo.

En momentos como los atardeceres, se cruzaron vidas y se tejieron historias que fueron contadas y recordadas en el tiempo pero muchas fueron olvidadas por la incomprensión del valor que implica vivir cada momento sin ser necesariamente el último.

Y es difícil comprender que seres dichosos son condenados a ser olvidados entre el cielo, el mar y el sol por el sólo hecho de intentar sentir una efímera esencia de felicidad ofrecida, prometida pero no cumplida, mientras en una vida tangente el arrepentimiento y dos palabras son motivo suficiente para un intento más que condena a ponerle fin a una historia de vida paralela.

Y la historia se quedó sin motivos para seguir escribiéndola pero con muchas argumentos para sustentarla, pues es difícil actuar con la razón cuando el origen de todo está en el corazón, y aún así es poco comprensible optar por la resignación porque es difícil dejar ir aquello que se quiere...

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