
Dentro de todas las anécdotas, hubo una que hizo reír al caminante como un niño; pues, Mary contaba que era la fiesta de graduación del colegio de su hijo mayor, y estaban reunidos en la casa Jepeto, Mary y el Padre José (un sacerdote jesuita italiano amigo de la casa), cuando de pronto el hijo dijo que ya no iría a la fiesta porque los zapatos, que eran de su padre (Jepeto), no le quedaban; al escuchar ésto, los padres se preocuparon, tratando de encontrar una solución y en ese momento Mary le pregunta al Padre José por la talla de su calzado, el cual era de la misma talla que calzaba el hijo de Mary, quien dejó al sacerdote sin calzado para que su hijo vaya a la fiesta. Lo cierto es que los zapatos de un sacerdote bailaron hasta ya no poder, mientras el Padre José se fue a su casa con una sandalias que estaban a la moda de la época.
Desde aquel día, el Padre José cuenta esa anécdota en cada misa que realiza recordando la comodidad y la ventilación de las sandalias...
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