viernes, 10 de octubre de 2014

Mil pensamientos y algo más


En una noche de primavera en la cual el frío se niega a abandonar la ciudad, la ausencia de una copa de vino que apacigüe el alma permite que la mente juegue con mil pensamientos, muchos recuerdos y algo de sutil nostalgia por los tiempos de viajes y aventuras sinfín de un caminante donde los límites estaban en el ímpetu de cambiar el mundo, o por lo menos intentarlo; hasta que el deseo de observar nuevamente por la ventana invita a curiosear el cielo.

Ya es casi media noche y la luna tan esperada no se deja ver por completo en el malecón de los sueños medio concebidos, quizás las casi plegarias del caminante no fueron suficientes o la conjunción de los elementos de este universo en la oscuridad no permitieron ver más allá de la nubes, o tal vez una fuerza más poderosa se contrapone a los deseos fervientes de un ser que busca su propia naturaleza o algo que le recuerde a ella.

Mientras tanto en este nuevo comienzo, las canciones con fondos tristes ya no tocan más a la puerta porque el sinsabor se perdió en besos que fueron olvidados por la justicia invisiblemente tácita del universo que sólo Dios comprende porque el lo concibió, felizmente.

Es cierto que en más de tres destinos cruzados se perdió la alegría que anhela ser reinventada por un camino que busca la ruta precisa para ya no caer en el azar de un juego quizás marcado pero confuso a la vez, donde sirenas bellas e inocentes caen en intensiones enredadas de piratas sin alma para ser llevadas en sus barcos a un destino incógnito.

Y en esta noche, los mil pensamientos en la mente del caminante podrían ser tranquilamente apaciguados por una copa de vino tinto seco y un buen libro de aquellos que invitan a vivir una existencia paralelamente extraordinaria, o tan sólo el licor embriagaría la realidad para sentir un poco de tranquilidad...

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