sábado, 13 de julio de 2024

La otra historia de Alicia y el conejo

En mundos paralelos, viven Alicia y el conejo, vivían cada día buscando un sentido a la vida con la mente, el corazón y el espíritu en cada elemento de sus caminos. Y en esta noche fría de invierno en esta parte del mundo, un escritor intenta contar la historia de estos dos seres, Alicia y el conejo, mientras una canción suena constantemente en el fondo de la habitación. Alicia y el conejo se escribían cartas cada día por mucho tiempo y compartían sus vivencias esperando que alguna coincidencia les permitiera encontrarse algún día fuera del cuento. Pero llegó un momento en el que tomaron sus mochilas, viajaron, recorrieron caminos y conocieron lugares increíbles y a muchas personas, moviendo todo lo que conocían hasta entonces; y las cartas no llegaron más, mientras un toque de nostalgia se sentía. Pasaron años y un mensaje llegó, quizás el destino, una casualidad o seguramente las ganas de verse hicieron que ella y él coincidieran en una misma tierra y en un mismo tiempo, estaban muy cerca. Entonces se atrevieron a escapar con ansias del cuento; ella tomó una mochila y subió al tren, él la esperaba toda una vida, ella llegó, él fue a recibirla, se vieron entre sí unos segundos y un largo abrazo fue el inicio de una de las mejores historias vividas para ser contada algún día como una promesa que se hizo. Mientras él y ella recorrieron las calles antiguas de aquella gran ciudad, una canción improvisada y un ritmo de baile un poco original acompañaron las risas por casi todo. Al final del día, compartieron una conversación, bebiron un poco de vino y escucharon música sentados en el piso junto a la ventana, algo que podría simplemente definirse como un momento perfecto. Antes de dormir en sus no tan sueños, él abrazó el cuerpo cálido de ella en un verano pasado e intentó decirle pausadamente cuanto la quería mientras un beso en la mejilla le devuelve la vida o por lo menos una parte de ella. Su tiempo terminó, era tiempo de decir hasta pronto, ella cerró los ojos y él le robó un fugaz beso tierno, quizás el mejor de toda la historia. Alicia y el conejo volvieron al cuento. Y el escritor hace una pausa en el cuento al inicio de la madrugada aun cuando las ganas de seguir lo invaden casi por completo en la noche. Pero al comenzar el día siguiente, el escritor se atreve a romper la calma entre la música y el frío de la mañana. Unos días después, las ganas de verse hicieron que Alicia y el conejo escaparan del cuento nuevamente. Él toma una mochila, la lluvia de verano cae de manera intensa en aquella ciudad costera por la tarde, ella lo esperó en la estación del tren y él al llegar se queda observándola con un lindo vestido verde; caminaron entre los charcos de agua, intentaron sin éxito cubrirse de la lluvia y simplemente se rieron de todo nuevamente e iban al ritmo de la calle hasta que el día acabara. Un nuevo día, el calor intenso de la ciudad y la belleza de un mar mediterráneo lo tenían sentado en la arena de la playa observando lo hermosa que es ella mientras jugaba con la pelota y el agua del mar cubría parte de su cuerpo divino de mujer. Lo buenos tiempos no son infinitos, él y ella caminban por la ciudad bajo el calor del mediodía, sabiendo que pronto llegaría el momento de la despedida. Se miraron, sonrieron, se tomaron de la manos, se abrazaron y se dieron un beso en la mejilla por todo lo vivido en esa tierra durante esos días de verano y cada uno tomó su camino, no sin antes mirar atrás para ver al otro. Alicia y el conejo tuvieron que volver al cuento nuevamente. Y cuando el escritor recuerda aquella historia, sonríe recordándola e intentando rozar el ser de aquella mujer, de ojos grandes y lindos, con palabras escritas desde muy adentro; pues el amor por ella sigue allí, solo que a veces es tímido y no sabe como expresarse para no provocar temor, pero espera que sus palabras toquen su espíritu y la llenen de calor. Y convertir un cuento parecido a la realidad en una historia extraordinaria...